domingo, 24 de abril de 2011

Permanecer consciente

Sucedió una vez que un ladrón se acercó a un gran maestro budista, Nagarjuna.  El ladrón se prendó del maestro porque nunca había visto a un ser tan maravilloso y lleno de gracia.  Su pregunta para Nagarjuna fue: “¿Hay alguna posibilidad de que también yo pueda crecer?  Pero antes, debo dejar en claro que soy un ladrón.  Además, no puedo dejar de serlo, de manera que no me impongas esa condición.  Haré lo que tú digas, pero no dejaré de ser ladrón.  Lo he intentado muchas veces y nunca funciona, de manera que no pienso continuar con ese juego.  He aceptado mi destino:  soy y seguiré siendo ladrón.  Quiero dejar eso bien el claro desde un principio y que no se hable más del asunto”.
Nagarjuna dijo: “¿A qué le temes?  ¿Por qué crees que tenemos que hablar de tu oficio de ladrón?”.

A lo cual respondió el ladrón: “Es que cada vez que acudo a un monje, un sacerdote o un santo, me dice siempre lo mismo: ‘primero, deja de robar’”.

Nagarjuna rio y dijo: “Entonces, seguramente acudiste a otros ladrones; de lo contrario, ¿por qué habrían de preocuparse? ¡A mí no me preocupa!”.

El ladrón estaba feliz.  “Entonces está bien.  Tal parece que puedo convertirme en discípulo. Eres el maestro indicado”, dijo.

Nagarjuna lo aceptó diciendo: “Ahora puede ir a hacer lo que desees.  Solamente te impongo una condición: ¡Debes permanecer consciente!  Penetra en las casas, roba, trae cosas.  Puedes hacer lo que desees, no me preocupa porque no soy ladrón.  Pero hazlo con plena consciencia”.

“Entonces, todo está bien.  Lo intentaré”, dijo el ladrón.

Pasaron tres semanas y regresó. “Eres tramposo, porque si tomo conciencia no puedo robar.  Tan pronto robo, desaparece la consciencia.  Estoy en un lío”.

Nagarjuna dijo: “No se hable más de robar y de ser ladrón.  Es algo que no me interesa pues no soy ladrón. ¡Decide tú! Decide si deseas la consciencia o si no la deseas”.

El hombre replicó: “Pero ahora la decisión es difícil.  La he probado un poco y es maravillosa; dejaré lo que sea y haré lo que tú digas”.  Y añadió: “La otra noche pude penetrar por primera vez en el palacio real.  Abrí el tesoro.  Habría podido ser el hombre más rico del mundo, pero tú me seguías y debía estar consciente.   Súbitamente, cuando tomé consciencia, desaparecieron la motivación y el deseo.  Cuando tomaba consciencia, veía los diamantes como simples piedras, como piedras ordinarias.  Cuando perdía la consciencia, veía nuevamente el tesoro.  Así estuve largo rato.  Tomaba consciencia y me transformaba en una especie de Buda.  Ni siquiera podía tocar el tesoro, porque todo parecía tan absurdo y ridículo.  ¿Qué estoy haciendo, si son simples piedras? ¿Labrando mi perdición a causa de unas piedras?  Pero entonces perdía la consciencia y otra vez las veía hermosas.  Finalmente, decidí que no valían la pena”.

Una vez que se conoce la consciencia, nada vale la pena porque se ha conocido la dicha más grande en la vida.

sábado, 9 de abril de 2011

Crea tu dia

Todos tenemos la capacidad de crear nuestro día como queremos. Depende ciertamente en muchos casos en saber qué es lo que queremos experimentar en nuestro día a día.  Aunque pueda parecer muy difícil la verdad es muy fácil, sólo es cuestión de práctica y constancia, quizás puede que te cueste un poco al principio pero con los días irás mejorando y perfeccionando tu técnica.

Nuestro cerebro está condicionado a pensar de una forma y cuando intentamos cambiar esos parámetros inmediatamente entra en alerta haciendo difíciles los cambios, hay que reprogramarlo para que haga lo que nosotros queremos de verdad y no seguir en esos viejos parámetros de comportamiento y pensamiento. Una de las claves para cambiar nuestros pensamientos es no rendirse al mandato de nuestro cerebro, es más bien dominarlo hasta lograr que piense y haga lo que le pedimos.

Reprogramar los pensamientos se basa principalmente en cambiar todas esas creencias arraigadas en nuestro subconsciente y llenarla con los pensamientos que nos ayudarán a alcanzar lo que queremos de verdad.

A continuación, una rutina para que crees el día que de verdad quieres vivir:

Vete a la cama... cierra los ojos e imagínate... qué es eso que mañana te gustaría, ver, sentir, conocer, oler, oír, hacer, etc.  visualízalo de la forma más vívida posible. Hasta que te duermas.  Al despertar antes que cualquier otra cosa agradece por el nuevo y maravilloso día, por todas las cosas, personas y hechos fantásticos que vivirás, si tienes algo en especial que desees experimentar inclúyelo también.

Durante el día intenta estar en paz y armonía con todo lo que llega a tu experiencia, no juzgues ni menosprecies nada de lo que suceda, veas, oigas, sientas, etc. simplemente acepta y siéntete feliz.  Trata de ver la belleza en todo lo que te rodea, siéntete agradecido de poder estar donde estés, de comer lo que lleves a la boca, de beber, de hablar, reír, moverte libremente y de pensar.  Si ves alguna dificultad no te estanques en mandar más energía negativa quejándote de porque está pasándote eso, más bien tómalo con calma y envía tu amor a esa situación, verás como empieza a resolverse.  Recuerda en todo momento que no importa lo difícil que parezca, todo tiene solución.

Lograr tener el día que deseas es una decisión tuya, así como todo lo que a tu experiencia llega, no dejes que influencias externas hagan de tu vida lo que no deseas, toma el control y hazlo ahora mismo.

martes, 5 de abril de 2011

Lo mejor de cada uno

Tenemos una increíble capacidad para ver lo mejor de cada uno, por ello tan a menudo como sea posible, tratemos de ver lo mejor en la persona que está justo al frente nuestro.  Veamos lo mejor de los miembros de nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, las personas con las que entramos en contacto todo el día, en las reuniones, los clientes, los niños e incluso las personas que consideremos enemigos y más aún las personas que nos han herido en el pasado.

Cuando hacemos un esfuerzo en ver lo mejor de los demás, estamos ayudando a que ellos mismos se den cuenta.  Como Coach sólo puedo sacar lo mejor de las personas cuando hago esfuerzos por reconocer que son únicas y, cuando encuentro algo especial en ellas, de inmediato se los hago ver, se hacen conscientes de ello y es desde allí, desde el consciente, que se genera la capacidad de cambio.  Ese es mi aporte y mi recompensa.

Si alguien le dice “usted es una persona muy generosa”, es probable que así lo piense: “soy una persona generosa” y con ese pensamiento es probable que en todo ese día sea aún más generosa de lo normal, tocando así muchas vidas en el camino.  Mostrando las inmensas cualidades que tienen las personas se pueden lograr grandes cambios en el mundo.

A veces puede ser difícil ver algo positivo en el comportamiento de una persona, porque circunstancias pasadas pueden haber influido tan negativamente en ellas que la parte positiva y buena está “enterrada”.  Podamos ayudarles a buscarlo y en esa búsqueda, ayudarles a encontrarlo, a redescubrirlo.

Lo importante no es ser amable con el fin de obtener algo a cambio, sino un deseo genuino y sincero de ayudar.  Una intención positiva.